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Motín del Bounty
El Bounty fue construido en 1784 en el astillero de la familia Blaydes en Kingston upon Hull, Yorkshire, como navío carbonero, originalmente llamado Bethia. Fue rebautizado en mayo de 1787 tras ser comprado por 1950 libras esterlinas por la Marina Real Británica. Tenía tres mástiles, 28 metros de eslora por 7,6 metros de manga y una capacidad de carga de 230 toneladas. Su armamento consistía en cuatro cañones cortos y diez pequeños cañones giratorios, complementados por pequeñas armas como mosquetes. El Almirantazgo británico lo clasificó como cúter, la categoría más pequeña de navío de guerra; así, el mando de la nave correspondía a un teniente en vez de a un capitán, y este sería el único oficial a bordo. Su clasificación como cúter tampoco garantizaba que se le asignase el destacamento usual de Royal Marines, que los comandantes empleaban para reforzar su autoridad.
El Bounty fue adquirido para transportar árboles del pan de Tahití (entonces llamada «Otaheite»), una isla polinesia en el sur del océano Pacífico, hasta las colonias británicas en las Indias Occidentales. La expedición fue patrocinada por la Royal Society y organizada por su presidente, Joseph Banks, que compartía la visión de los dueños de plantaciones caribeños de que los árboles del pan podrían ser cultivados allá y servir como comida barata para los esclavos. Banks supervisó la reforma del Bounty realizada en el astillero de Deptford, en el río Támesis. El gran camarote, normalmente los aposentos del capitán, fue convertido en un invernadero para más de mil árboles del pan, con ventanas acristaladas, claraboyas, un suelo cubierto de plomo y un sistema de drenaje para impedir el desperdicio de agua dulce. La reducción espacial que supusieron estos arreglos en un navío pequeño significó que la tripulación se viera aglomerada durante todo el viaje.
El mando de la expedición fue entregado con la aprobación de Banks al teniente William Bligh, cuyas experiencias anteriores incluían el tercer y último viaje de James Cook entre 1776 y 1780, en el que sirvió como piloto a bordo del HMS Resolution. Bligh había nacido en 1754 en la ciudad de Plymouth, Devon, y provenía de una familia con tradición militar y naval. Su nombramiento para el viaje de Cook a los veintiún años de edad fue considerado un honor, aunque Bligh pensaba que su contribución no se había reconocido apropiadamente en el relato oficial de la expedición. El tamaño de la marina británica se vio reducido tras el fin de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos en 1783, y Bligh quedó en tierra y reducido a media paga.
Bligh pasó por un periodo de ociosidad hasta que consiguió trabajo temporal en la marina mercante; en 1785 mandaba el Britannia, buque mercante propiedad del tío de su esposa Duncan Campbell. Asumió el 16 de agosto de 1787 el nombramiento de capitán del Bounty, aunque ello conllevó un considerable coste financiero: su paga de cuatro chelines por día (un total de setenta libras al año) contrastaba con las quinientas libras anuales que había recibido como capitán del Britannia. También tuvo que asumir la posición de comisario del Bounty a causa del limitado número de suboficiales del barco. Sus órdenes para el viaje dictaban que Bligh debería alcanzar el Pacífico a través del cabo de Hornos, recolectar los árboles del pan, navegar hacia el oeste en dirección al estrecho de Endeavour y cruzar los océanos Índico y Atlántico hasta las Indias Occidentales. El Bounty así completaría una circunnavegación.
La tripulación del Bounty consistía en cuarenta y seis hombres, de los cuales cuarenta y cuatro eran marineros de la Marina Real y dos eran botánicos civiles. Directamente por debajo de Bligh estaban sus suboficiales, nombrados por el Consejo de la Marina y dirigidos por el maestre de navegación John Fryer.21 Los otros subtenientes eran el contramaestre, el cirujano, el carpintero y el artillero.22 Fueron añadidos varios aspirantes honorarios –llamados «jóvenes caballeros», eran aspirantes a oficiales navales– para los dos asistentes de maestre y los dos aspirantes de marina. Esos fueron registrados en el navío como marineros aptos, sin embargo fueron alojados con los aspirantes y tratados de la misma manera que ellos.23
La mayor parte de la tripulación del Bounty fue escogida por Bligh o recomendada para él por patrones influyentes. William Peckover, el artillero, y Joseph Coleman, el armero, habían servido con el teniente en el HMS Resolution; varios otros habían navegado bajo las órdenes de Bligh más recientemente en el Britannia. Entre ellos estaba Fletcher Christian, entonces con 23 años, que venía de una rica familia de Cumberland. Christian había escogido una vida en el mar en lugar de la carrera jurídica deseada por sus padres. Los dos hombres ya habían viajado juntos en dos ocasiones hacia las Indias Occidentales, estableciendo una relación maestre–pupilo en la que Christian acabó haciéndose un navegante cualificado. Christian, como uno de los «jóvenes caballeros», estaba dispuesto a servir en el Bounty sin paga; Bligh aun así le confirió una litera de asistente de maestre. Entre otros jóvenes caballeros recomendados se incluía Peter Heywood, de quince años de edad, que había dejado la escuela un año antes para servir en el HMS Powerful, un navío de entrenamiento en Plymouth. Su recomendación vino de Richard Betham, un amigo de la familia Heywood y suegro de Bligh.
Banks fue quien escogió a los dos botánicos, o «jardineros». El botánico jefe era David Nelson, un veterano de la tercera expedición de Cook que ya había ido a Tahití y aprendido un poco de la lengua nativa. Su asistente era William Brown, un antiguo aspirante de marina que ya había participado en batallas contra los franceses. Banks también ayudó a conseguir acomodo de aspirante de marina para dos de sus protegidos: Thomas Hayward y John Hallett. La tripulación del Bounty era relativamente joven, con la mayoría teniendo menos de treinta años de edad; Bligh tenía 33 años en la época de la partida. Entre los tripulantes de más edad estaban Peckover con 39 años, que viajó en las tres expediciones de Cook, y Lawrence Lebogue, un año mayor y que sirvió como fabricante de velas del Britannia. Los más jóvenes a bordo eran Hallett y Heywood, ambos con quince años cuando dejaron Gran Bretaña.
El espacio habitable del navío se organizaba a partir del rango. Bligh, tras haber cedido el gran camarote, ocupaba aposentos particulares en el lado de estribor con un comedor adyacente, con Fryer ocupando un camarote en el lado opuesto. El cirujano Thomas Huggan, los otros subtenientes y Nelson tenían minúsculos aposentos en la cubierta inferior, mientras que los asistentes de maestre, aspirantes de marina y los jóvenes caballeros compartían todos juntos un área tras el comedor del comandante (el puente de mando); tenían permiso de usar el alcázar como oficiales subalternos. Los restantes tenían aposentos en el castillo de proa, un área sin ventanas ni ventilación que medía 11 metros de largo por 6,7 metros de ancho y 1,7 metros de alto.
El Bounty zarpó de Deptford rumbo a Spithead, en el canal de la Mancha, el 15 de octubre de 1787, aguardando nuevas órdenes. El mal tiempo aplazó la llegada a Spithead hasta el 4 de noviembre. Bligh estaba ansioso por partir inmediatamente y llegar al cabo de Hornos antes del final del verano en el hemisferio sur. Sin embargo, el Almirantazgo no le concedió prioridad y aplazó tres semanas más la emisión de las órdenes. El Bounty finalmente zarpó el 28 de noviembre pero, debido a los vientos contrarios, no consiguió dejar Spithead hasta el 23 de diciembre. Con serias dudas acerca de las perspectivas de cruzar por el cabo de Hornos, Bligh recibió permiso del Almirantazgo para usar, si fuera necesario, una ruta alternativa hasta Tahití pasando por el cabo de Buena Esperanza.
Bligh introdujo la rígida disciplina de Cook sobre la higiene y la dieta una vez el navío entró en alta mar. Según el historiador Sam McKinney, Bligh aplicó esas reglas «con celo fanático, agitándose y enfureciéndose continuamente sobre la limpieza del navío y la comida servida a la tripulación». Sustituyó el tradicional sistema de la marina de alternar cuatro horas de servicio con cuatro horas de descanso con uno nuevo, en que cada cuatro horas de servicio eran seguidas por ocho horas de descanso. Bligh organizó sesiones regulares de música y baile para que la tripulación se ejercitase y se entretuviese. Sus despachos con Banks y Campbell indicaban satisfacción; en ninguna ocasión tuvo que aplicar castigos porque, como escribió: «Tanto los hombres como los oficiales son dóciles y bien dispuestos, con alegría y satisfacción en el semblante de cada uno». Lo único adverso hasta aquel momento era la conducta del cirujano Thomas Huggan, que se mostró como un indolente borracho antihigiénico.
Bligh desde el inicio estableció una calurosa relación con Christian, confiriéndole una posición que le convertía en segundo en el mando del navío en lugar de Fryer. Bligh formalizó esa posición el 2 de marzo de 1788 al nombrar a Christian para la posición de teniente interino. Las relaciones de Fryer con Bligh empeoraron bastante desde ese momento, a pesar de que mostró pocas señales de resentimiento. Una semana después del ascenso, Fryer insistió en la aplicación de un castigo al marinero Matthew Quintal, quien recibió doce latigazos por «insolencia y comportamiento amotinado», lo que frustró las esperanzas de Bligh de un viaje sin castigos.
Más discordias ocurrieron durante la última parte del viaje hasta Tahití. Fryer rechazó el 9 de octubre firmar los libros de contabilidad del navío a menos que Bligh le diese un certificado avalando su buen desempeño durante el viaje. Bligh no transigió con la coacción; reunió a la tripulación y leyó los Articles of War, momento en que Fryer cedió. También hubo problemas con Huggan, cuya sangría descuidada del marinero James Valentine en el tratamiento de asma le causó la muerte por bacteriemia. El cirujano indicó a Bligh que Valentine había muerto de escorbuto para encubrir su error, lo que llevó a Bligh a aplicar sus propios remedios medicinales y dietéticos a toda la tripulación para prevenir esa enfermedad. Por aquel entonces, Huggan estaba casi incapacitado por la bebida, circunstancia a la que Bligh puso fin incautándose del alcohol de a bordo. El cirujano volvió al servicio; examinó a todos los tripulantes del Bounty antes de llegar a Tahití en busca de señales de enfermedades venéreas, sin encontrar ninguna. El navío arribó a la bahía Matavai en Tahití el 26 de octubre de 1788, completando así el viaje de 50.163 kilometros.
La primera acción de Bligh al llegar a la isla fue garantizar la cooperación de los caciques locales. El jefe supremo, Tynah, se acordaba de Bligh por el viaje de Cook acontecido quince años antes, y lo recibió calurosamente. El teniente entregó presentes al jefe y le informó de que su «rey Jorge» solamente quería árboles del pan a cambio. Los nativos aceptaron satisfechos aquella sencilla petición. Bligh designó a Christian para dirigir un equipo en tierra encargado de construir un recinto donde pudieran cultivarse las plantas.
Los deberes de la tripulación del Bounty eran leves tanto en tierra como a bordo durante la estancia de cinco meses en Tahití. Muchos llevaron vidas promiscuas con las mujeres nativas –en total dieciocho hombres, incluido Christian, recibieron tratamiento por infecciones venéreas–, mientras que otros tenían compañeras estables. Christian acabó entablando una relación estrecha con una mujer polinesia llamada Mauatua, a la que él llamaba «Isabella», nombre de un antiguo amor suyo en Cumberland. Bligh permaneció casto; toleraba las actividades de sus hombres, sin sorprenderse por que cayeran en la tentación cuando «las seducciones de la disipación son superiores a cualquier cosa que pueda concebirse». Bligh aun así esperaba que los tripulantes cumplieran eficientemente sus deberes, disgustándose al descubrir el aumento de casos de negligencia e indolencia por parte de sus oficiales. Escribió furioso: «Yo creo que nunca hubo navío con suboficiales tan negligentes e inútiles como este».
Huggan murió el 10 de diciembre. Bligh atribuyó eso a «los efectos de la embriaguez y la indolencia ... nunca se le pudo convencer para dar media docena de vueltas por la cubierta, durante todo el viaje». Christian, a pesar de que anteriormente había sido el favorito de Bligh, no escapó de la ira del capitán. Le humillaba frecuentemente –algunas veces frente a la tripulación y los tahitianos– a causa de faltas reales o imaginarias, mientras que se aplicaban castigos severos a hombres cuyos descuidos llevaron al robo o pérdida de equipo. Los latigazos, raramente administrados durante el viaje de ida, ahora eran cada vez más comunes. Tres hombres desertaron el 5 de enero de 1789 –Charles Churchill, John Millward y William Muspratt– tomando un pequeño barco, armas y munición. Muspratt había sido azotado recientemente por negligencia. Entre las pertenencias que Churchill dejó en el Bounty se encontraba una lista de nombres que Bligh creyó que podrían ser de cómplices en la deserción –el capitán posteriormente afirmó que los nombres de Christian y Heywood estaban en la lista–. Bligh fue persuadido de que su protegido no planeaba desertar y olvidó el asunto. Churchill, Millward y Muspratt fueron encontrados tres semanas después y se los azotó al volver al barco.
El trabajo aumentó a partir de febrero; se colocaron en tiestos y llevaron al navío más de mil árboles del pan, que llenaron el gran camarote. El Bounty se aprestó para el largo viaje de vuelta. Los hombres en muchos casos se lamentaban por la pérdida inminente de su cómoda vida junto a los tahitianos. Bligh estaba impaciente por zarpar. Sin embargo, como apuntó el historiador Richard Hough: Bligh «fue incapaz de prever cómo reaccionaría su compañía a la dureza y austeridad de la vida en el mar ... tras cinco meses de vida disoluta y hedonista en Tahití». El 1 de abril de 1789, los preparativos estaban listos y el navío zarpó cuatro días después, tras una afectuosa despedida de Tynah y su esposa.
El Bounty ancló en Nomuka, en las islas de los Amigos (actual Tonga), el 22 de abril de 1789 con la intención de aprovisionarse de madera, agua y alimentos, ya que era la última parada antes del estrecho de Endeavour. Bligh había visitado las islas con Cook y sabía que los habitantes locales podrían comportarse de forma imprevisible. Puso a Christian al mando de un destacamento encargado de encontrar agua y lo equipó con mosquetes, pero al mismo tiempo ordenó que las armas se quedaran en el bote y no se llevaran a tierra. El grupo se vio acosado y amenazado, mas no fue capaz de contraatacar por habérsele negado el uso de armas. Christian regresó al Bounty sin completar la tarea y Bligh lo tachó de «maldito canalla cobarde». Más desórdenes en tierra resultaron en el robo de una pequeña ancla y de una azuela, por lo que Bligh reprendió una vez más a Fryer y Christian. En un intento vano por recuperar los objetos robados, Bligh detuvo brevemente a los jefes de la isla a bordo del navío. Cuando finalmente dio órdenes de hacerse a la mar, nada de lo robado se había recuperado.
Christian estaba desesperado el 27 de abril, depresivo y cabizbajo. Su humor empeoró más aún cuando Bligh lo acusó de robar cocos de la despensa particular del capitán. Bligh castigó a toda la tripulación por el robo, retirando su ración de ron y reduciendo la de comida a la mitad. Christian lo encontraba intolerable y consideró construir una pequeña balsa, con la cual podría escapar a una isla y probar suerte con los nativos. Tal vez obtuviera madera para tal fin de manos de Purcell. En cualquier caso su descontento se hizo de conocimiento público entre el resto de los oficiales. George Stewart y Edward Young, dos de los jóvenes caballeros, le imploraron para que no desertase; Young le aseguró que tendría el apoyo de casi todos a bordo para tomar el Bounty y deponer a Bligh. Stewart le dijo que la tripulación estaba «lista para cualquier cosa».
El Bounty estaba a 56 km al sur de la isla de Tofua en las primeras horas del día 28 de abril de 1789. Christian decidió actuar tras una noche sin dormir. Sabía qué tripulantes probablemente le apoyarían tras las discusiones con Young y Stewart, conociendo el nombre de muchos más tras conversar con Quintal e Isaac Martin. Christian tomó el control de la cubierta superior con la ayuda de esos hombres; a aquellos que cuestionaban sus acciones se les ordenó permanecer en silencio. Hacia las 05:15 bajó de la cubierta, echó a Hallett, quien dormía sobre el arca con los mosquetes, y distribuyó las armas entre sus seguidores antes de tomar el camarote de Bligh. Tres hombres prendieron al capitán y le ataron las manos, amenazando con matarlo si daba la voz de alarma; Bligh «gritó lo más alto que pudo con la esperanza de obtener auxilio». El escándalo despertó a Fryer, que desde su camarote en el lado opuesto vio a los amotinados llevarse a Bligh. Estos ordenaron a Fryer que «se acostara otra vez y callara o era hombre muerto».
Bligh fue llevado al alcázar, con las manos atadas con una cuerda sujeta por Christian, quien portaba una bayoneta; algunos relatos afirman que Christian llevaba un peso prendido del cuello para poder saltar por la borda y ahogarse en el caso de que el motín fracasase. Otros se habían despertado por los ruidos y dejaron sus camas para unirse al revuelo. No estaba claro en ese momento quién formaba parte del motín y quién no. Hough describe la escena: «Todos estaban, más o menos, haciendo ruido, tanto maldiciendo, como haciendo burlas o simplemente gritando por mera satisfacción». Bligh no paraba de gritar exigiendo su liberación, algunas veces llamando a los hombres por su nombre y a veces ordenando «¡derribad a Christian!». A Fryer se le permitió brevemente ir a la cubierta superior y conversar con Christian, pero luego se le obligó a volver al interior del buque a punta de bayoneta; según Fryer, Christian le dijo: «Estoy en el infierno desde hace semanas. El capitán Bligh se lo ha ganado él mismo».
Christian inicialmente pensó en dejar a Bligh a la deriva en el esquife del Bounty junto con el empleado John Samuel y dos guardia marinas leales al capitán, Hayward y Hallett. Se descubrió que el bote no estaba en condiciones de navegar, así que ordenó lanzar uno mayor, con capacidad para alrededor de diez hombres. Sin embargo, Christian y sus aliados sobrestimaron las dimensiones del motín —por lo menos la mitad de los hombres estaban dispuestos a partir con Bligh—. Así, finalmente arriaron el mayor bote del navío, de 7 metros de largo. Los leales al capitán recogieron sus posesiones en las horas siguientes y subieron al bote. Entre ellos estaba Fryer, que con la aprobación de Bligh, pidió permiso para permanecer a bordo del Bounty –según él, con la esperanza de conseguir retomar el control del mismo–; Christian le obligó a subir al bote. La embarcación inmediatamente mostró su sobrecarga: más de veinte personas estaban ya a bordo y algunas más trataban de subir a ella. Christian ordenó volver al Bounty a Charles Norman y Thomas McIntosh, los dos ayudantes del carpintero, y a Joseph Coleman, el armero, ya que consideraba su presencia vital para poder hacer navegar el Bounty con una tripulación reducida. Estos obedecieron a regañadientes, pidiendo a Bligh que recordara que habían permanecido en el barco contra su voluntad. El capitán les aseguró: «No tengan miedo, muchachos, me aseguraré de que los traten como corresponde si consigo alcanzar Inglaterra».
Samuel salvó el diario del capitán, documentos y papeles del comisario de a bordo, pero se le obligó a dejar los mapas y cartas marítimas de Bligh, resultado de quince años de navegación. La lancha recibió comida y agua para cinco días, un sextante, una brújula, tablas náuticas y la caja de herramientas de Purcell. Los amotinados también arrojaron cuatro alfanjes al bote en el último momento. Diecinueve hombres subieron finalmente al bote, de los cuarenta y cuatro tripulantes del Bounty restantes, tras las muertes de Huggan y Valentine, dejándolo peligrosamente sobrecargado, con solo dieciocho centímetros de francobordo. Entre los veinticinco hombres que quedaron en el barco se incluían los amotinados armados, los leales que permanecieron contra su voluntad y otros para los que no había espacio en la lancha. La cuerda que unía las dos embarcaciones fue cortada alrededor de las 10:00; Bligh ordenó poco después que se izara una vela. Su destino inmediato era la isla de Tofua, marcada claramente en el horizonte por una columna de humo procedente de su volcán.
Christian dividió los efectos personales de los lealistas entre la tripulación restante tras la partida del bote de Bligh, arrojando los árboles del pan al mar. Reconoció que Bligh podría sobrevivir e informar del motín, y que en cualquier caso el no retorno del Bounty llevaría a una misión de búsqueda, con Tahití como primer lugar en el que buscar. De esa forma Christian llevó el navío a la pequeña isla de Tubuai, aproximadamente a 830 km al sur de Tahití. Tubuai había sido descubierta y rudamente cartografiada por Cook; salvo por un único pequeño canal, la isla estaba totalmente rodeada por un arrecife que podría, Christian pensó, ser fácilmente defendida ante un ataque venido del mar.
El Bounty llegó a Tubuai el 28 de mayo de 1789. La recepción de la población nativa fue hostil; cuando una flotilla de canoas de guerra se dirigieron al navío Christian usó un cañón para repeler a los agresores. Al menos una docena de guerreros murieron y el resto huyeron. Sin desanimar, Christian y un destacamento armado inspeccionaron la isla y decidieron que era apropiada para sus propósitos. Sin embargo, ellos necesitaban mujeres y dóciles trabajadores nativos para establecer un asentamiento permanente. Era más probable que consiguieran ambos en Tahití, hacia donde zarpó el Bounty el 6 de junio. Christian inventó una historia en la que Bligh, Cook y él estaban fundando un nuevo asentamiento en Aitutaki, para de este modo conseguir la cooperación de los jefes tahitianos. El nombre de Cook garantizó generosos presentes de ganado y otros bienes, con el Bounty bien aprovisionado retornando a Tubuai el 16 de junio. A bordo también estaban unos 30 hombres y mujeres tahitianos, algunos de los cuales se encontraban allí engañados.
Durante los siguientes dos meses Christian y sus hombres trataron de establecerse en Tubuai. Comenzaron a construir un gran cercado rodeado por un foso al que llamaron «Fort George» (Fuerte Jorge, en honor al rey británico), para dotarse así de una fortaleza segura en caso de ataque por tierra o mar. Christian intentó entablar relaciones amistosas con los jefes de los nativos, pero su grupo no fue bien recibido. Hubo enfrentamientos persistentes con la población nativa, principalmente en asuntos referentes a la propiedad y a las mujeres; el punto culminante fue una batalla campal en la que 66 nativos perecieron y muchos resultaron heridos. El descontento entre el grupo del Bounty era creciente y Christian sentía que su autoridad se desvanecía. Organizó un encuentro para discutir planes futuros y ofreció voto libre. Ocho —el núcleo duro de los amotinados— permanecieron fieles a Christian, pero dieciséis deseaban regresar a Tahití y probar suerte allí. Christian aceptó esta decisión; tras dejar a la mayoría en Tahití él «navegaría viento en popa y... tomaría tierra en la primera isla a la que el barco le dirija. Después de lo que he hecho no puedo quedarme en Tahití».
Cuando el Bounty retorno a Tahití, el 22 de septiembre, el recibimiento fue mucho menos efusivo que la vez anterior. Los tahitianos sabían por boca de la tripulación de otro buque británico que la historia de la fundación de un asentamiento en Aitutaki por Cook y Bligh era una invención y que Cook hacía tiempo que había muerto. A Christian le preocupaba que la reacción de los tahitianos fuera violenta así que no permanecieron mucho en la isla. De los 16 hombres que habían votado por permanecer en Tahití, permitió a 15 quedarse; Joseph Coleman fue retenido en el barco puesto que Christian requería sus habilidades como armero. Esa tarde Christian embaucó a un grupo de tahitianos para subir a bordo del Bounty, principalmente a mujeres, para celebrar una fiesta. Una vez esta comenzó, cortó la amarra del ancla y el Bounty zarpó con sus invitados cautivos. Coleman escapó lanzándose al agua y llegó a tierra. Entre el grupo de secuestrados se encontraban seis mujeres ancianas, a las que Christian no encontraba utilidad; las dejó en tierra en la cercana isla de Moorea. La tripulación del Bounty constaba ahora de nueve amotinados —Christian, Young, Quintal, Brown, Martin, John Williams, William McCoy, John Mills y John Adams (conocido por la tripulación como «Alexander Smith»)—143 y 20 polinesios, de los que 14 eran mujeres.
Los 16 que permanecieron en Tahití comenzaron a organizar su vida allí. Un grupo liderado por Morrison y Tom McIntosh comenzó a construir una goleta, a la que llamaron Resolution, como el buque de Cook. Morrison no había sido un amotinado activo; en lugar de esperar a ser capturado de nuevo, confiaba en hacer navegar el barco hasta las Indias Orientales Neerlandesas y rendirse a las autoridades del lugar, esperando que tal acción confirmase su inocencia. El grupo de Morrison mantuvo la rutina y la disciplina naval, hasta el punto de celebrar la eucaristía cada domingo. Churchill y Matthew Thompson, por otro lado, eligieron una vida alcohólica y generalmente disoluta, que acabó en la muerte violenta de ambos; Churchill fue asesinado por Thompson, quien a su vez fue asesinado por los amigos nativos de Churchill. Otros, como Stewart y Heywood, se establecieron en una tranquila domesticidad; Heywood pasó gran parte de su tiempo estudiando el idioma tahitiano. Adoptó la vestimenta local y según la costumbre local, pasó a lucir numerosos tatuajes en su cuerpo.
Tras dejar Tahití el 22 de septiembre de 1789, Christian dirigió el Bounty hacia el oeste en busca de un puerto seguro. Entonces formó la idea de asentarse en la isla Pitcairn, lejos al este de Tahití; la isla había sido descubierta en 1767, pero su localización exacta nunca se había verificado. Tras meses de búsqueda, Christian redescubrió la isla el 15 de enero de 1790, a 348 km al este de la posición registrada. Este error longitudinal contribuyó a la decisión de los amotinados de asentarse allí.
Tras el arribo el barco fue descargado y privado de la mayoría de sus mástiles y palos para usarlos en la isla. Fue quemado y destruido el 23 de enero, bien como una precaución acordada por los amotinados para evitar que se los descubriera o bien como fruto de una actuación no autorizada por parte de Quintal. En cualquier caso, ya no había medios para escapar de la isla. La isla se mostró como un puerto idóneo para los amotinados —deshabitada, virtualmente inaccesible, con abundante comida, agua y tierra fértil. Por un tiempo, los amotinados y sus rehenes tahitianos convivieron en paz. Christian se estableció con Isabela; tuvieron hijos, entre los que destacó Thursday October Christian. La autoridad de Christian como líder se fue diluyendo gradualmente y se volvió propenso a largos periodos de melancolía e introspección.
Tensiones y rivalidades fueron surgiendo gradualmente ya que los británicos percibían a los tahitianos como seres de su propiedad, en particular a las mujeres que, según Alexander, se «pasaban de un 'marido' a otro». En septiembre de 1793 el asunto degeneró en violencia extrema, cuando cinco de los amotinados —Christian, Williams, Martin, Mills y Brown— fueron asesinados por los tahitianos. Christian se vio atacado mientras trabajaba en el campo: primero recibió un disparo y finalmente fue rematado con un hacha; sus últimas palabras, supuestamente, fueron «Oh, dear!». Las luchas continuaron posteriormente y para 1794 los seis hombres tahitianos habían muerto, bien a manos de las viudas de los amotinados asesinados o entre ellos.
Dos de los cuatro amotinados supervivientes, Young y Adams, asumieron el liderazgo y aseguraron una calma tenue, que se vio rota por la embriaguez de McCoy y Quintal cuando este último destiló una bebida alcohólica a partir de una planta local. Algunas de las mujeres trataron de dejar la isla en un bote improvisado pero no pudieron hacerlo navegar satisfactoriamente. La vida continuó con dificultades hasta el suicidio de McCoy en 1798. Un año después, cuando Quintal profirió amenazas de muerte y sembró el caos, Adams y Young lo mataron y restauraron así la paz.
Tras la muerte de Young por asma en 1800, Adams asumió la responsabilidad de la educación y el bienestar de las nueve mujeres restantes y de los diecinueve niños. Usando la Biblia del Bounty, les alfabetizó y cristianizó, al tiempo que mantuvo la paz en la isla. Esta era la situación en febrero de 1808, cuando el barco cazador de focas Topaz de bandera estadounidense arribó de manera inesperada a la isla, tomó tierra y descubrió la para entonces floreciente comunidad. Las noticias del descubrimiento del Topaz no llegaron a Gran Bretaña hasta 1810, pero el Almirantazgo, preocupado por la guerra contra Francia, no les prestó atención. En 1814, dos barcos de guerra británicos, HMS Briton y HMS Tagus, se toparon con la isla. Entre los que recibieron a los marineros se encontraban Thursday October Christian y el hijo de Edward Young, George. Los capitanes Thomas Staines y Philip Pipon informaron de que el hijo de Christian mostraba en «su benevolente semblante, todas las características de un verdadero rostro inglés». En tierra encontraron una población de cuarenta y seis isleños mayoritariamente jóvenes, liderados por Adams, de quien dependía, claramente para ellos, el bienestar de todos los isleños.
Tras recibir el informe de Staine, el Almirantazgo decidió no tomar medidas. En los años siguientes, muchos barcos llegaron a la isla Pitcairn y sus tripulaciones escucharon varias historias sobre la fundación del asentamiento de boca de Adams. Adams murió en 1829, siendo honrado como fundador y padre de una comunidad que durante el siglo siguiente alcanzó la fama como ejemplo de la moral victoriana. Durante años los isleños han vendido muchos objetos recuperados del Bounty como souvenirs; en 1999 se creó el Proyecto Pitcairn como un consorcio de entes académicos e históricos australianos para registrar y documentar todos los materiales que permanecen en la isla, como parte de un detallado estudio del desarrollo del asentamiento.